A mí sí me gusta hacer balance de año. Ya os lo conté el año pasado, justo el 31, en esta entrada. Me gusta hacer balance pero el frenesí de las no-vacaciones (porque no trabajo, pero visitar a la familia es más cansado) no me lo permite hacer antes, así que lo hago después, en la semana tonta en la que hay que ir al trabajo, pero no necesariamente hay que trabajar.
2023 ha sido un año muy duro. Los que me conocéis ya sabéis que durante casi todo el año si me preguntas «qué tal estás», la respuesta va a ser siempre «cansada». Me han pasado muchas cosas, buenas y malas, pero todas están pasadas por el filtro del cansancio; no recuerdo casi nada que no sea estar cansada. Fui a un festival de stoner en el que acampé en un pinar durante una semana y desvirtualicé a una de esas personas que pongo en la lista de «este año ha sido guay porque te he conocido mejor», pero recuerdo los conciertos como si llevara una mochila llena de piedras mientras tragaba cápsulas de cafeína para tenerme en pie. Fui de viaje por primera vez con mi novia, mis primeras vacaciones pensadas para descansar de verdad, y casi todo lo que recuerdo es el cansancio y el dolor de espalda de la lumbalgia que me atacó el día antes de salir, también debida al cansancio. He estado en Graz y me he enamorado de la ciudad, pero el trabajo que fui a hacer me dejaba tan cansada que apenas pude apreciarla como se merecía. Este año me han pasado cosas preciosas pero el cansancio lo ha empañado todo.
Es como si me hubieran puesto pilas a punto de agotarse, que hace que la musiquilla del juguetito suene despacio hasta que se para. En un día bueno, tengo aproximadamente la mitad de energía que solía tener. En un día malo, la justa para arrastrarme a la silla de la oficina, fingir que sé lo que hago, arrastrarme al sofá, y luego arrastrarme a la cama. Lo normal es que esa energía que tengo se acaba de golpe, que puede pasar a las siete de la tarde o a las doce de la mañana. Cuando se acaba, no me quedan fuerzas ni para llorar de impotencia, ni para encender la tele y ver Star Trek, ni para rascar al gato que me pide mimos a cabezazos. La mano de dios me ha quitado las pilas.
El cansancio no ha sido solo físico, claro. No sé si debido a la causa fisiológica del cansancio, o al pie en el aire que tengo sobre el pozo de la depresión, pero mi capacidad mental se ha ido con la física. Me desconcentro constantemente, se me olvidan las cosas, no puedo enfrentarme a retos mentales sin sufrir, tengo la ansiedad disparada, lloro con facilidad y soy incapaz de hacer actividades que antes hacía casi sin pensar. Tomar decisiones se ha convertido en un infierno. Rutinas como decidir qué voy a comer durante la semana para hacer la compra y cocinar ahora me agobian tanto que puedo llorar una hora seguida si lo intento, en parte por el sobreesfuerzo, en parte por la frustración de saber que antes era fácil y ahora no lo es. Está siendo muy difícil enfrentarme a mi propia impotencia. Si no fuera por Nuria esta web no estaría hoy aquí, porque sólo de pensar en que quería hacerlo pero no sabía cómo ya me daban ganas de, lo habéis adivinado, llorar.
Lo peor de todo esto es que el cansancio me ha quitado de hacer las cosas que me aportan felicidad. Ir al gimnasio, por ejemplo, es clave para mi salud mental, pero el cansancio y la frustración han conseguido que me den ganas de llorar sólo de pensar en ir. He establecido una rutina de mínimos, la justa para caminar al gimnasio, activar el cuerpo durante 15 minutos, trabajar en la musculatura que me protege de las lumbalgias y volverme. Cargas suaves, sin presión. He acabado la rutina completa una vez, y he tenido que volver a casa apretando el paso mientras lloraba más de las que quiero contar. Hace no tanto me levantaba a las seis, entrenaba fuerte durante 50 minutos y me volvía a casa feliz, con el cuerpo despierto, con energía para todo el día y con la sensación de estar agradablemente viva. Ahora me he instalado una app podómetro para saber que si camino más de 10k pasos, al día siguiente voy a estar agotada.
También me ha quitado de mis hobbies favoritos. He sido incapaz de hacer fotos, porque las fotos que me gusta hacer requieren pensar, preparar, empantanar el salón con luces, fondos, trípodes y disparadores remotos, exponerme cien veces a un objetivo, analizarme, seleccionar, quizás editar, tal vez hasta publicarla en instagram. Ahora, solo de pensar en todo eso me agoto. Alana me regaló una cámara Polaroid las navidades pasadas y sólo la he usado una vez, me gustó mucho lo que conseguí, no he sido capaz de volver a hacerlas. Mi cámara digital no hace más que coger polvo en los viajes en los que me empeño en llevarla, sabiendo que no la voy a sacar porque no es el tipo de foto que me gusta hacer, porque no le veo sentido al esfuerzo, porque estoy cansada y el cansancio ocupa más espacio en mi cabeza que el paisaje irrepetible que estoy contemplando. Precisamente por eso quiero hacer la foto, para darme una oportunidad de ver ese paisaje cuando pueda prestarle atención, pero me empeño en no hacerlo. Me da miedo que el cansancio también aparezca en la foto, como un fantasma victoriano en una foto familiar de 1920.
Este año había conseguido ponerme en serio a coser. Encontré a una modista increíble que da clases particulares de patronaje y consiguió ayudarme a adaptar el patrón base a mi cuerpo, y cuando tenía todas las piezas para poder coser prendas perfectamente adaptadas a mí, vino el cansancio. No he podido coser ninguna. Tengo una caja con telas preciosas, una libreta con proyectos, telas asociadas a esos proyectos, listados de ideas, hasta me compré una remalladora para asegurarme de que las prendas van a sostener uso intensivo. 2023 era el año en el que iba a ponerme en serio a coser, por fin. No he sido capaz de coser ni una sola prenda funcional. Por no poder, no he podido ni zurcir unas medias.
Lo peor de todo está siendo la incertidumbre. No sé qué me pasa, mi médico no sabe qué me pasa, el siguiente para preguntar es el de medicina interna. No sé si esto tendrá arreglo, o si esta es mi nueva vida y tengo que despedirme de la vieja, de entrenar fuerte, de coser, de caminar durante todo el día, de hacerme autorretratos, de que mi cuerpo sea un vehículo de disfrute y no de pesar. De momento, asumo que esto es lo que hay, y trato de reconciliarme con ello, aunque hay días que lo llevo francamente mal. Trato de dejar de comparar mi energía con la que tenía antes, y compararla con la de la semana pasada, el mes pasado. Dedico mi atención a actividades que sí puedo hacer ahora como leer cosas ligeras o ver series de confort, y a no preocuparme mucho si no soy capaz de mantener la concentración en ellas tanto como me gustaría. Me he comprometido a caminar un poco todos los días, al menos 4k pasos, que es el mínimo a partir del cual se notan beneficios. Procuro que me dé el sol directo. He empezado a hacer meditaciones cortas y actividades ligeras que ayuden a la concentración. Me conformo con una solución aceptable, y no con la mejor. Mi casa está más sucia. Mis gatos están menos cepillados. Mi alimentación no es tan equilibrada como solía ser. No estoy tan fuerte como antes. Pero es lo que hay.
Este año es especialmente importante para mí hacer balance y propósitos, porque el cansancio ha cambiado por completo mi vida, y tengo que pensar cómo lo voy a hacer ahora. Es inútil seguir intentando las cosas que me han funcionado hasta ahora, porque yo no soy la misma persona que era. Esto me ha obligado a plantearme mi relación con mi energía, con las cosas que hacía, por qué las hacía, qué me aportaban, cómo puedo obtener eso que era positivo de otra forma que pueda mantener hoy. Esta reflexión la dejaré para otra entrada de esta serie, porque el cansancio no me deja escribir durante mucho rato.
Por lo pronto, trataré de hacer las entradas más cortas.
Mientras llega la solución nos adaptaremos, y si la realidad consiste en adaptarse a otra cosa, haremos orfebrería con ella. ❤️❤️❤️❤️
al menos no lo hago sola ❤️
Sólo te voy a decir una cosa, abracicos reparadores, ¡ah! y que si quieres un hombro para llorar y desahogarte yo tengo dos.
y un blog para lloriquear todo lo que quiera
Eres una titana por llegar hasta aquí y por todo lo que haces incluso con El Cansancio® encima. Mucho amor y abrazos digitales desde el soleado sureste.
Tampoco es cosa de ser titana, es que no me queda más remedio que hacer algo #sad
Joe, ya lo siento mucho. Ojalá den con lo que te pasa y se solucione, y si no, pues mucho ánimo. Ole tu coño por haber sacado 2 entradas de tu newsletter y haberte pasado a tu propia web.
estoy muy contenta con haberme pasado a mi propia web aunque me haya costado, pero así mucho mejor
Ojalá poder ayudarte. Ayudarnos, más bien, porque te entiendo mejor de lo que me gustaría…
Solo te puedo mandar un abrazo y millones de kilos de comprensión y recordarte que, si se te ocurre la más pequeña cosa que pueda hacer por ti, aquí me tienes.
ojalá hubiera tantas soluciones como gente maravillosa ofreciendo ayuda, la verdad
Gracias por compartirlo y contarnos. Y si en algo te puedo ayudar, aquí estoy. Tal y como he pasado este año, creo que comprendo en parte lo que cuentas. Si sirve. Espero, deseo, que llegue una solución, las diosas te oyen. Y mientras, la «solución aceptable» es la que te permite hacer tu vida habitable, y creo que eso ya es importante. Un abrazo enorme.
Sé que me entiendes perfectamente, vaya añito las dos. Que las diosas nos oigan, amiga
Lo que cuesta reconocer que no tenemos energía y lo único bueno que podemos hacer por nosotros es quedarnos tirados (sería mejor sin rallarnos, pero eso ya cuesta más). Aceptar que necesitas frenar también es un logro. Un abrazo flojito que da calor pero no duele.
Ojalá la vida me permitiera frenar tanto como necesito, pero tendré que conformarme con esto
Como la vuelta al nuevo año ha sido de campeonato, tenía pendiente de leer ésto desde que publicaste, y al hacerlo por fin se me ha saltado una lagrimita. Me da mucha pena sentir que alguien tan bonito, que comparte tan buena energía con todo el mundo, se queda sin energía para ella misma. Así que te mando mucha fuerza, mucho ánimo, y la esperanza de que el cansancio sea pasajero, y pronto puedas disfrutar de ti misma de nuevo.
Un abrazo enorme
Y si esta es mi nueva realidad, pues habrá que adaptar las energías para seguir disfrutando de mí misma. Tocará conocerme de nuevo, pero no es el fin del mundo 🙂
Mi año también ha sido mejor porque nos hemos conocido más. Desde mi corazón fibromiálgico te mando un abrazo enorme y fuercitas extra para aguantar el mareo que es buscar un diagnóstico de lo que sea cuando lo único que te pide el cuerpo es ser un champiñón :*
<3 TQM