Os recomiendo escuchar esta canción mientras leéis esta entrada.
De pequeña tenía pesadillas. Eran catastrofistas como sólo las pesadillas de una niña con miedo pueden serlo, de la magnitud de las películas que emocionaron a Spielberg. Como solían ser recurrentes, en algún momento aprendí a identificarlas como pesadillas y, más adelante, a despertarme de ellas. Tengo recuerdos claros de decirme a mí misma «estás soñando, despierta» y abrir los ojos a la oscuridad, en silencio, porque siempre he sido una cría silenciosa. Me entrené a mí misma a tener sueños lúcidos para huir de mis pesadillas, y todavía puedo hacerlo. Por desgracia, sólo lo he conseguido para huir, no para quedarme.
Pero mis pesadillas son más listas, evolucionaron y aprendieron a colarse por las rendijas de mi consciencia para que no las reconociera como tal. La clave de mi lucidez onírica estaba en que en algún momento me daba cuenta de que lo que estaba pasando era demasiado horrible como para ocurrir, y cuando notaba que estaba perdiendo pie con la realidad, entonces sabía que era una pesadilla y me despertaba. Mis pesadillas aprendieron entonces a quedarse dentro de los límites de lo plausible, de forma que mi mecanismo no se activa y no puedo huir de él. Sigo soñando con la naturalidad con la que vivo, pero con una creciente sensación de incomodidad, a la que si le presto atención se convierte en miedo, pero todo dentro de los límites de lo que podría pasar. Es real si parece real, si no presto atención a las distorsiones que aparecen por el rabillo del ojo y que me dan miedo. Así, me quedo atrapada en una incomodidad del que no puedo despertar voluntariamente. Al día siguiente, el sueño se olvida, pero la sensación desagradable persiste.
Algo así me pasa cuando escucho vaporwave.
El vaporwave es un mcirogénero musical y estético que podría compararse con la carpeta del instituto que llenabas de recortes de revistas, pintadas de rotulador y pegatinas brillantes. A nivel técnico, es una base de muzak1 a la que se le insertan samples de música pop de los 80 y 90, sonidos ambiente urbano y recortes de programas de televisión y anuncios de esa época, todo distorsionado hasta hacerlo casi irreconocible. La parte estética recoge símbolos de nostalgia como animes juveniles, videojuegos pixelados, logos de grandes empresas y paisajes urbanos de grandes ciudades, todo coloreado de neones y compuesto como si estuvieras haciendo collages con Microsoft Paint en Windows 95. En algún momento aparecen elementos de arte clásico, porque sí. Mejor verlo:


Aunque ya había leído sobre el vaporwave y había escuchado alguna cosa, la inmersión completa vino de dos cosas: esta lista de Spotify de esta maravillosa persona de Mastodon, y una racha de ansiedad especialmente insidiosa en el trabajo. Un día, buscando algo que calmara mi cabeza lo suficiente como para poder concentrarme en lo que tenía delante, caí en esta lista, y funcionó. Conseguí entrar en un túnel de viaje suave y luces cambiantes que me dejó trabajar un rato mientras meneaba suavemente la cabeza. Antes había escuchado algunos discos, pero prestándole atención, y no había conectado con la música. Era culpa mía, no sabía utilizarla. El vaporwave no se escucha; te deslizas. Pasó a ser una lista de referencia para cuando me costaba concentrarme, y todavía lo sigue siendo.
He procurado leer poco sobre vaporwave para escribir esta entrada, porque no intento escribir un ensayo2 exhaustivo sino mi experiencia con el vaporwave, mi reflexión personal. Aun así he leído lo justo para saber de dónde viene, y a dónde va.
Es difícil hacer un resumen de la historia del vaporwave, porque es tan elusiva como la historia de los memes en internet. Hay gente que se refiere a esto como un meme, como algo que empezó como una broma y se fue de las manos. La etiqueta surgió a principios de los 2010, y el origen más probable es que fuera un chiste con la palabra «vaporware»3. El disco que estableció por dónde iban a ir los tiros musicales es Eccojams Vol. 1 de Chuck Person, después vino The Pathway Through Whatever de MediaFired™ y por último, lo que acabó de darle forma al género musical y estético, Floral Shoppe de Macintosh Plus.

Todas esas descripciones están muy bien, pero lo difícil de explicar una expresión artística es describir lo que te hace sentir4 , y eso es lo que llevo días intentando dar forma, y por eso estoy escribiendo esta entrada. Lo primero que sentí al escuchar vaporwave es que es reconfortante, extrañamente reconfortante. Bueno, como el muzak, ¿no?, está diseñado para eso. No, porque de ahí viene la parte de la extrañeza.
El vaporwave dibuja un paisaje sonoro que te suena, pero en el que no has estado nunca. Es reconfortante porque todo suena nuevo e ingenuo, suena a optimismo tecnológico, a un sincero entusiasmo por lo que está por venir. Suena a algo maravilloso que estás a punto de alcanzar a ver, que está a la vuelta de la esquina. Suena a nostalgia, pero hay mucha otra música que suena a nostalgia, y lo digo yo que mi gusto musical es el de un señor blanco americano de 68 años5. Lo que diferencia al vaporwave es que evoca nostalgia de algo que nunca ha existido. Por eso es una música profundamente triste.
El vaporwave es un género eminentemente millenial, porque somos la generación que vivió el despertar del sueño capitalista. En nuestra infancia nos prometieron que si hacíamos lo que teníamos que hacer, si nos portábamos bien, todo sería nuestro. Éramos la generación mejor preparada de la historia, el mundo estaba a nuestro alcance y sólo teníamos que cogerlo. Nos dimos cuenta de que el sueño no era tan perfecto en 2001, con el atentado de las Torres Gemelas, la guerra de Irak y el terror global. Despertamos del sueño en la crisis financiera de 2008, en el que todas las promesas de comodidad y seguridad capitalista se desvanecieron como las CDO sobre hipotecas subprime, justo cuando estábamos a punto de tocarlas con los dedos. Para mí, el vaporwave es un sueño en el que nada de eso ha pasado, en el que la promesa capitalista se cumple y tenemos un trabajo estable en una oficina en un rascacielos, una casa adosada con jardín y un perro, un coche nuevo en el garaje, un centro comercial con infinitas plazas de aparcamiento e infinitas posibilidades de ocio y placer. El dinero fluye dentro y fuera de nuestra cuenta corriente sin que nos demos cuenta, en forma de transacciones electrónicas y American Express. Todo es cómodo, sorprendente, brillante, bonito, colorido, fluido, nuevo, nuevo, nuevo.
Pero hay algo inquietante, extraño: las referencias musicales son de los 80 y 90, época en la que los millenials no éramos tan mayores como para ser los adolescentes que esta música evoca. Hay una retrorrotura entre lo que vivimos de verdad y la nostalgia que nos revoca, porque son temporalmente irreconciliables. No es solamente nostalgia por algo que no hemos vivido, sino que era imposible que existiera. El vaporwave eso uno de mis sueños en los que todo parece ir bien pero en realidad no. Es algo que solo tiene sentido si no le prestas toda tu atención, si no miras por el rabillo del ojo a esa incoherencia que hace que el sueño deje de ser un sueño y se convierta en algo inquietante. Si lo piensas demasiado, te despiertas. ¿Cómo se puede construir música alrededor de algo que no existe, y que era imposible que existiera?
Simon Reynolds escribió un ensayo excelente6 sobre la nostalgia en la música y trae un concepto nuevo (para mí) llamado «hauntología»7. Aplicado a la música, viene a decir que en realidad este tipo de géneros musicales no lo son tanto como una estética, una forma de apreciar el arte, pero no arte en sí mismo. No soy yo nadie para juzgar lo que es arte y lo que no, pero me quedé con la idea de que esto es, esencialmente, un artefacto estético. El vaporwave se construye en base a ausencias, envolviendo el vacío en papel celofán brillante. Dentro no hay nada, ¿seguro que no hay nada?
A los poquísimos años de la toma de conciencia del vaporwave ya había artículos diciendo que había muerto8 . No sólo eso, sino que internet lo había matado, como un Cronos devorando a sus hijos. Bit eres y en bit te convertirás, o algo así. Estas afirmaciones vienen de que el género surgió como una contestación anticapitalista y nicho, y en 2016 hubo varios productos de masas9 que tomaron elementos de la estética vaporwave. En mi opinión, trataron de copiar algo que no entendían, y se quedó en un efecto de instagram o un diseño gráfico cringe. En los subforos de reddit se empezó a comentar que había muerto, y algún periodista con ganas de hacerse el listo se lo tomó en serio; el meme no es el vaporwave, sino la gente intentando agarrarlo con las manos. Insisten en declararlo muerto y obsoleto porque no se dan cuenta de que nació muerto y obsoleto; sólo tiene sentido en el presente, porque no tiene raíces ni aspira a tener un futuro. Quiere ser volátil y que tan pronto suene la música se desvanezca en el aire. Los compositores rara vez desvelan sus identidades reales, no dan conciertos, incluso crean múltiples identidades digitales para sus distintos proyectos y que ninguna de ellas tenga mucho peso10. Muchos de esos discos sólo están en Bandcamp por el precio que quieras pagar y algunos ni siquiera se pueden comprar, sólo escuchar. Rara vez se editan formatos físicos de esta música, y casi siempre en cintas de casette de colores vibrantes. Cientos, miles de personas en sus dormitorios con un portátil crean música por el ejercicio artístico y estético de crear música, ni siquiera con la intención de ser escuchada. Es crear por el instinto tan humano de crear. Todo es impermanente, y aun así consiguen una intimidad, una familiaridad con lo que está sonando. Juega con la soledad, con la compañía digital, con un sentimiento de espacio abandonado que en otro momento estuvo lleno de vida. Es un no-lugar11 musical compuesto para no-lugares mentales.
Hay un fatalismo escondido detrás de todo ese brillo. Hay una fantasía de capitular ante el capitalismo, de rendirse, de vender la conciencia a cambio de la felicidad, de poder ignorar todo lo que el capitalismo no te cuenta, de poder permitirse el lujo de creer la mentira. Somos conscientes de que es una mentira, de que no hay píldora azul que nos borre la memoria y nos devuelva a la fantasía del libre mercado de 1991, pero soñar es gratis. No prestes mucha atención al sueño, o te despertarás.
- El muzak es un género musical diseñado para ser la perfecta música de fondo y aumentar la productividad en el trabajo. Es lo que llamamos música de ascensor, algo que llena el silencio con algo de energía pero sin ser invasivo. Ejemplo ↩︎
- Un beso, Maiko ↩︎
- Es una palabra que se utiliza para productos tecnológicos (software o hardware) que una empresa anuncia que va a lanzar, pero en realidad nunca lanza, o si lo hace es tarde, y si lo lanza es muy inferior a lo prometido. Se considera un engaño, una promesa vacía que nunca se tuvo intención de honrar ↩︎
- Para mí, esa es la definición de una expresión artística bien hecha; algo que me haga sentir. ↩︎
- No he encontrado la chorradita esa de calcular tu edad basada en tus gustos musicales, pero me dijo esa edad ↩︎
- Retromanía: La adicción del pop a su propio pasado. Ed. Caja Negra (link) ↩︎
- Estudio de lo espectral. Lo introdujo Derrida en 1993. Mark Fisher lo aplicó a la música junto con Reynolds (link) ↩︎
- How Vaporwave Was Created Then Destroyed by the Internet (2016) ↩︎
- La película de Barbie es puro vaporwave y bien hecho. ↩︎
- La artista (trans) Macintosh Plus, la de Floral Shoppe, además tiene otras identidades: «Macintosh Plus, New Dreams Ltd., Sacred Tapestry, PrismCorp Virtual Enterprises, 情報デスクVIRTUAL, Tanning Salon and some other stuff.» (Bandcamp) ↩︎
- Wikipedia ↩︎
Escuchado esta mañana: «Me gustó mucho Barbie. Esas caravanas, esos coches, esas casa de plástico, qué recuerdos de infancia. Bueno, no porque yo no jugaba con barbies, alguna tuvo mi hija, pero aún así».
La nostalgia postiza, el revival de unos 80 y 90 que fueron más de EEUU que nuestros.
La nostalgia que en realidad no existió ni en USA. Ojalá tener tiempo y conocimiento para haber encadenado esto con el funcionamiento de la memoria, la magdalena de Proust (bueno, en busca del tiempo perdido en general), y lo hiperreal (de esto tengo una entrada en el horno). He tenido que desechar cabos porque esto no es una tesis doctoral, pero me he quedado con las ganas
Con permiso de nuestra amable anfitriona voy a soltarme tremendo rollo (borra o edita si no procede) porque no todos los días se encuentra uno con una oportunidad para explayarse con una fijación recurrente (y todavía no he reactivado mi propio blog). Yo sí que he caído en el pozo de leer papers (decentes) y algún libro (horrible) sobre vaporwave y: tengo opiniones.
Empecé a escuchar vaporwave cuando murió: entre 2014 y 2016. Siempre me gustó explorar estos micro géneros musicales pero el vaporwave no me entró a la primera. No fue hasta varios años después de experimentarlo por primera vez que volví a escuchar Floral Shoppe y me voló la cabeza.
En general, no me gusta la música que te dice como te tienes que sentir de manera explícita. Como dice el tópico: nunca he entendido las canciones de amor de la radio. Siendo el vaporwave un género que se presta con mucha facilidad a convertirse la muzak de la que habla Maltita ahí arriba (solo hay que buscar en youtube y poner cualquiera de los miles de mixes sin alma), escucharlo con cierta atención transmite sentimientos complejos.
La ralentización, superposición y deformación de los samples, la repetición de un corte de unas pocas palabras de la letra de otra canción, la sincopación que te priva de alcanzar una conclusión rítmica como la realidad te privó de las promesas nostálgicas en las que se basa la estética del género… todo esto me transporta realmente a otro lugar donde no hay verdades ni mentiras evidentes, donde la existencia es más difusa, donde esas promesas siguen vigentes.
Escuchar música es una actividad que se presta a convertirse en una actividad nostálgica: vuelves a los discos que te entusiasmaron tratando de revivir esa sensación. Escuchas una canción que te recuerda al primer festi al que fuiste con amigos que ya no son o no están. Una que te recuerda a la versión que tocó un grupo punki que viste en un CSOA un martes de invierno cuando deberías haber estado estudiando. Algo que escuchaste una de las primeras veces que saliste con quien hoy es tu pareja. No caer en esta complacencia nostálgica exige un cierto ejercicio por explorar y encontrar música nueva, nuevos sonidos para alimentar esa pulsión nostálgica en el futuro.
El vaporwave subvierte esta exigencia y te entrega a cambio una solución de compromiso, una nostalgia sintética, indolora pero igualmente satisfactoria.
Cuando no tienes la energía para buscar música nueva, y tampoco das con la canción adecuada de tu pasado que tenga ese sabor concreto de «época más feliz» que necesitas para escapar de algún agravio del presente, el vaporwave está ahí para llenar ese vacío. El muzak se convierte en prozac, y yo estoy agradecido por su existencia.
Finalmente, aprovecho para soltar aquí uno de mis discos favoritos del género como complemento a la recomendación de our gracious host al principio de este post: Palm Mall Mars de Cat System Corp, para cuando queráis escapar a dar un paseo por un centro comercial al pie del Monte Olimpo en Marte.
Yo entro a estar orgullosa y leerte con fascinación.
Hola!
En el libro ‘DESCONEXION: Un viaje personal por internet’ escrito por Roisin Kiberd hay un capítulo dedicado al vaporwave. Si no lo has leído (el libro), te lo recomiendo encarecidamente.
A mí esa sensación me la ha provocado antes una música distinta, pero la sensación es parecida. Se trata de la música de sintetizador de los 70 y 80 (Vangelis, Jean Michel Jarre y otros), que me suena a la música de un futuro que nunca llegó. El recopilatorio Synthesizer Greatest es un buen ejemplo.